Veo el mundo como un planeta que gira entorno al sol, que cada venticuatro horas rota sobre si mismo alternando la oscuridad y el frio con la luz y la calidez. Que el Sol sobre el que gira, junto a todos los demás planetas se mueve a su vez entorno al centro de nuestra hermosa galaxia, en un margen de cientos de millones de años. Nuestra galaxia, que alberga al Sol y el Sol en su órbita a la tierra, se mueve conjuntamente como la espuma del mar sobre su superficie , con una cantidad enormemente grande de galaxias hermanas. Y estas familias entorno a ciudades de galaxia, y estas ciudades entorno a paises, y estos paises entorno a mundos. Mundos de galaxias que pueblan el universo llenando de luz el inmenso vacio del espacio.
En la tierra, percibo las leyes de la física, que dictan los movimientos de las hojas cayendo de un árbol, el zumbido de las alas de una abeja, que de forma armónica altera la presión del aire provocando el sonido.
Percibo la energía nuclear, que genera el calor en el centro del Sol, el electromagnetismo en las tormentas de rayos y las auroras boreales. La fuerza de las leyes atómicas en el hecho de la reproduccion humana, o las matemáticas escondidas trás las mas hermosas melodias.
Pero no percibo el mundo humano. Que para mi es indescifrable, incoherente y falto de toda lógica. La psicología de nuestra especie es algo ajeno a mi, es algo tan distante como la percepcion de la realidad en la mente de un cocodrilo. Algo que puedo intuir, incluso imitar, pero no sentir ni interiorizar.
Sin emgargo esa inmensa diferencia entre mi mente y las demás es imperceptible. Pasa desapercibida porque el frasco en el que ella acontece es identico al de las demás personas. A pesar de ello, en su interior arden millones de soles por segundo, se construyen vectores de movimiento de una bandada de pajaros, se calculan trayectorias optimizadas para una ruta como un programa informático, o se trazan ideas que brotan a borbotones sin que pueda hacer nada por frenarlas.
A pesar de ello, la barrera no cae, si no que crece, se hace más y más gruesa, y lo que en un primer momento era tan delgado que permitia sentir el calor de las personas cercanas va creciendo tanto y tan rapidamente que dejas de hacerlo. Ese calor desaparece y con él la imagen clara y transparente de quien eres y a que pertecenes. Al final quedas atrapado en tu mundo, contradictoriamente más grande que el universo de la gran masa en la nunca encontraras un hueco.
Podrás viajar al punto más lejano del universo conocido, degustar la consecución predecible pero a la vez magistralmente concebida de las notas de una sinfonía. Pero no serás capaz de preguntar una simple dirección en la calle, de mirar a los ojos a la gente cuando hablen o de superar una barrera imposible de timidez.
Vivirás un mundo emocional con una mente racional. Y comprenderás que las emociones humanas son la consecución de un número enorme de procesos fundamentalmente simples, que sumados generan el comportamiento humano.
Pero mientras tanto, estarás perdido, desolado en un desierto de dudas, incoherencias y sufrimiento. La mente humana es brutalmente sencilla, pero a la vez increiblemente compleja. Y esa mezcolanza bipolar, diametralmente opuesta, de naturalezas, será el mayor misterio al que te enfrentes.
Muchos quedaran en el camino, se rendiran y apartaran, otros, llegan a comprender lo sucedido en la mente de aquellos cuya naturaleza no comparte pero cuyos pensamientos puede conocer. Como un antropologo mezclandose con una población simiesca, o como un naturalista investigando una nueva especie.
Sus mentes son diferentes, sus sistemas, pretensiones, intereses, motivaciones, necesidades y miedos son irreconciliables, pero el intelecto puede moldear cualquier cosa y hacerla cognoscible, comprensible. A veces lo suficiente para interiorizarlo y enmascar al antropologo humano dentro de la camada de bestias. O a la bestia dentro de la camada de humanos.
Las diferencias serán eternas, mientras vivas, pero no tienen porque ser irreconciliables. Si comprendes, asimilas y convives en un mundo de leyes, que aunque a todas luces parezcan irracionales, representan la suma de un conjunto de pensamientos, más un conjunto de instintos.
Quizás los instintos sean más reducidos y los pensamientos sean más numerosos. Y una pequeña diferencia en la proporcion de ambos diferencia a un computador de un ser humano.
Mientras ese misterio es dilucidado, la exclusión continua, la soledad y la incomprensión por vivir en un mundo a todas luces injusto, irregular, incoherente, egoista y dominado siempre en ultima instancia más por los instintos que por los pensamientos.
En la tierra, percibo las leyes de la física, que dictan los movimientos de las hojas cayendo de un árbol, el zumbido de las alas de una abeja, que de forma armónica altera la presión del aire provocando el sonido.
Percibo la energía nuclear, que genera el calor en el centro del Sol, el electromagnetismo en las tormentas de rayos y las auroras boreales. La fuerza de las leyes atómicas en el hecho de la reproduccion humana, o las matemáticas escondidas trás las mas hermosas melodias.
Pero no percibo el mundo humano. Que para mi es indescifrable, incoherente y falto de toda lógica. La psicología de nuestra especie es algo ajeno a mi, es algo tan distante como la percepcion de la realidad en la mente de un cocodrilo. Algo que puedo intuir, incluso imitar, pero no sentir ni interiorizar.
Sin emgargo esa inmensa diferencia entre mi mente y las demás es imperceptible. Pasa desapercibida porque el frasco en el que ella acontece es identico al de las demás personas. A pesar de ello, en su interior arden millones de soles por segundo, se construyen vectores de movimiento de una bandada de pajaros, se calculan trayectorias optimizadas para una ruta como un programa informático, o se trazan ideas que brotan a borbotones sin que pueda hacer nada por frenarlas.
A pesar de ello, la barrera no cae, si no que crece, se hace más y más gruesa, y lo que en un primer momento era tan delgado que permitia sentir el calor de las personas cercanas va creciendo tanto y tan rapidamente que dejas de hacerlo. Ese calor desaparece y con él la imagen clara y transparente de quien eres y a que pertecenes. Al final quedas atrapado en tu mundo, contradictoriamente más grande que el universo de la gran masa en la nunca encontraras un hueco.
Podrás viajar al punto más lejano del universo conocido, degustar la consecución predecible pero a la vez magistralmente concebida de las notas de una sinfonía. Pero no serás capaz de preguntar una simple dirección en la calle, de mirar a los ojos a la gente cuando hablen o de superar una barrera imposible de timidez.
Vivirás un mundo emocional con una mente racional. Y comprenderás que las emociones humanas son la consecución de un número enorme de procesos fundamentalmente simples, que sumados generan el comportamiento humano.
Pero mientras tanto, estarás perdido, desolado en un desierto de dudas, incoherencias y sufrimiento. La mente humana es brutalmente sencilla, pero a la vez increiblemente compleja. Y esa mezcolanza bipolar, diametralmente opuesta, de naturalezas, será el mayor misterio al que te enfrentes.
Muchos quedaran en el camino, se rendiran y apartaran, otros, llegan a comprender lo sucedido en la mente de aquellos cuya naturaleza no comparte pero cuyos pensamientos puede conocer. Como un antropologo mezclandose con una población simiesca, o como un naturalista investigando una nueva especie.
Sus mentes son diferentes, sus sistemas, pretensiones, intereses, motivaciones, necesidades y miedos son irreconciliables, pero el intelecto puede moldear cualquier cosa y hacerla cognoscible, comprensible. A veces lo suficiente para interiorizarlo y enmascar al antropologo humano dentro de la camada de bestias. O a la bestia dentro de la camada de humanos.
Las diferencias serán eternas, mientras vivas, pero no tienen porque ser irreconciliables. Si comprendes, asimilas y convives en un mundo de leyes, que aunque a todas luces parezcan irracionales, representan la suma de un conjunto de pensamientos, más un conjunto de instintos.
Quizás los instintos sean más reducidos y los pensamientos sean más numerosos. Y una pequeña diferencia en la proporcion de ambos diferencia a un computador de un ser humano.
Mientras ese misterio es dilucidado, la exclusión continua, la soledad y la incomprensión por vivir en un mundo a todas luces injusto, irregular, incoherente, egoista y dominado siempre en ultima instancia más por los instintos que por los pensamientos.