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jueves, 10 de marzo de 2011

El enemigo Interior

Decirle a un niño que la vida consiste en la busqueda de la felicidad es cometer una atrocidad, casi condenarle a vivir una existencia completamente alejada de la realidad.

Quizás sería mucho más inteligente convencer a las personas en su pronta edad, que la felicidad es la excepción dentro de un mundo de calamidades y devenires imprevisibles. Aceptar la muerte como un proceso natural, tanto como la vida, aceptar el dolor, y las posibles injusticias ayudaría quizás, por contradictorio que suene desde la perspectiva occidental de la vida, a ser feliz.

Es extraño, pero para mi, es mas sencillo encontrar la felicidad huyendo de ella, que corriendo constantemente tras su estela emulando la fábula del burro y la zanahoria. Con esto no pretendo decir que para ser felices debamos convertirnos en una representación material del mismo demonio, creando el caos a nuestro paso para así cumplir, literalmente, mi propuesta. No es tanto correr en sentido opuesto...si no más bien ignorarla. Ver en cada pequeño detalle de la vida lo único de si mismo. Por buenos o malos que sean, forma parte de la realidad que nos ha tocado experimentar.

Disto mucho de dar una perspectiva estoica de la existencia, jamás me conformaría con los que el devenir me propone si en mi mano está el cambiar las cosas. Y es este punto de inflexión, el que para mí supone el principio del caos en la naturaleza humana.

No es tanto sentir que podemos cambiar las cosas y que en nuestra mano está en muchas ocasiones hacerlo, o cuando menos intentarlo, si no el hecho convertir en base a ese pensamiento la vida en un palacio ficticio de la realidad mental humana. Alejado de la naturaleza tanto que, aunque algo dentro de nosotros se sienta podrido y vacio por sentirse arrancado de un mundo natural, solamente nuestra mente racional puede sentirse comoda.

Comoda en un mundo optimizado para el consumo, la circulacion, el comercio, la enfermedad y la cura, el amor, la ruptura y el sexo fugaz.

Con esta forma de vivir la vida el metabolismo de nuestra mente se acelera, porque nos obligamos a correr para conseguir, y a conseguir para correr más cada vez. Estudia para ser alguien, se alguien para ganar dinero, gana dinero para vivir más comodamente, vive más comodamente para ser más feliz, se feliz porque ese es tu objetivo.

Y el camino está trazado, porque para muchos ha funcionado, y para muchos seguirá funcionando también.

No obstante, ¿Que queda de nuestro origen?¿Que queda de nuestro entorno más allá de los muros de asfalto, polución y crimen que apestan las ciudades?

¿Acaso es el miedo a los demás que nos ha obligado a estar unidos? La gente odia a aquello que teme, y teme, por naturaleza a todo lo que no conoce. Para no vivir inyectados en odio, o inventan realidades en las que todo lo desconocido se explica con una sola entidad o interiorizan aquello que no conocen o comprenden, para así poder soportarlo y calmar la voz del odio que late dentro de ellos.

Esto, me hace pensar que la sociedad, la masa en realidad, no es más que una bomba de relojería que estalla de forma ciclica siempre que el odio se desborda en las mentes de la gente que la forman, de tal forma que este no puede ser asimilado antes de que, como una reacción quimica violenta, estalle arrasandolo todo.

Así una y otra vez desde el origen de los tiempos, hasta ahora. Lo único que cambia es la magnitud del estallido, pero no la naturaleza. Siempre simple, elemental y predecible.

Sin valores morales, sin pretensiones ulteriores. Dinero, para conseguir recursos, recursos para conseguir produccion, producción para conseguir más dinero. Y cuando los recursos se terminan, la explosion se produce, hasta que llegue un punto en que los recursos se termimen...Entonces solo nos tendremos los unos a los otros y nos veremos realmente tal cual somos.

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